Rinoplastia
¿Qué es una rinoplastia?
La rinoplastia es la cirugía estética que se encarga de corregir las deformidades de la nariz para otorgarle un aspecto más equilibrado respecto a las facciones del rostro del paciente. Es uno de los procedimientos quirúrgicos más populares y que con más frecuencia se realizan.
No obstante, una cirugía de la nariz no solamente mejora su aspecto externo; también puede corregir defectos nasales que ocasionen molestias en la calidad de vida o que, incluso, perjudiquen la salud del paciente. Si, por ejemplo, hablamos de una corrección en la desviación del tabique nasal para mejorar la obstrucción de la vía aérea, esta intervención recibe el nombre de rinoseptoplastia.
Gracias a una rinoplastia se puede disminuir o aumentar el tamaño de la nariz, afinar el aspecto de la punta, estrechar los orificios nasales, cambiar el ángulo entre la nariz y el labio superior o eliminar la giba (el “caballete”). De este modo se persigue la consecución de un perfil facial más armónico.
¿Cuándo es necesaria?¿Quién es el candidato ideal para una rinoplastia?
La nariz es, sin lugar a dudas, uno de los elementos más destacados, característicos y evidentes de nuestro rostro. De hecho, de su configuración depende que el resto de nuestra cara adquiera un aspecto más o menos proporcionado en términos estéticos.
Generalmente los pacientes que deciden someterse a una rinoplastia no están en absoluto satisfechos con el tamaño, la forma o el ángulo de su nariz: porque presentan una desviación o porque la consideran desproporcionada con respecto al resto de elementos que configuran su rostro.
Pero, como ya hemos adelantado en el apartado anterior, una cirugía de la nariz también permite corregir malformaciones congénitas, traumatismos, fuertes modificaciones fruto de accidentes, problemas respiratorios, disfunción ventilatoria, etc. Este tipo de operaciones se llevan a cabo si la nariz del paciente ha sufrido alteraciones dentro de la estructura, en el tabique nasal o en otros elementos del cartílago o hueso.
¿Existe una edad mínima? ¿Cuándo es el mejor momento para operarnos la nariz?
No existe una edad ideal para practicar una rinoplastia. Sin embargo, lo más recomendable es esperar a que el paciente tenga la madurez necesaria para tomar una decisión que tiene una fuerte implicación emocional.
Cierto es que la forma y el tamaño de la nariz puede provocar complejos y otros problemas psicológicos derivados de una autoestima dañada; bien por las burlas o mofas ajenas (pensemos en entornos escolares o el instituto, por ejemplo), bien porque el individuo no consigue identificarse con la imagen de sí mismo al tener su nariz un aspecto que le desagrade y no le resulte nada estético.
En este sentido, es tan importante tener en cuenta la madurez emocional y psicológica del paciente como que el desarrollo de la estructura ósea de la nariz esté completo. Por lo tanto, no es un intervención especialmente aconsejable para menores de edad salvo que, tras la correspondiente valoración de los especialistas, se determine lo contrario por motivos de salud o funcionales o si nos encontramos ante una malformación severa.
Primer paso antes de someternos a una rinoplastia: Valoración inicial
Aunque la rinoplastia no es una operación extremadamente complicada, la estructura de la nariz es mucho más compleja de lo que podríamos pensar. Está compuesta por múltiples músculos, huesos y cartílago que están interconectados entre sí. De la configuración de dicha estructura puede depender, por ejemplo, que la respiración se realice correctamente y no conlleve problemas de salud para el paciente.
Por todos estos factores, la atención especializada del caso de cada paciente requiere extrema atención. Y esta valoración inicial preoperatoria debe realizarse por un equipo de especialistas en cirugía plástica, estética y reparadora altamente profesionalizado.
Aquí es muy importante hablar con el paciente sobre las ideas estéticas que tiene en su cabeza y qué es lo que considera menos atractivo en su nariz. De este modo los especialistas le transmitirán cuáles son las mejores técnicas para su caso y cómo será e efecto de dichas modificaciones en su rostro. La naturalidad debe primar para conseguir el efecto estético más satisfactorio.
Antes de la operación, el equipo médico valorará cómo es la estructura ósea y cartilaginosa de la nariz del paciente, el tipo de piel, la configuración de sus rasgos, etc. Generalmente se realiza un electrocardiograma y una analítica con estudio de coagulación. Y, cuando se estima oportuno (en el caso de pacientes con complicaciones respiratorias, por ejemplo), se realiza una radiografía de tórax.
Es fundamental que el paciente sea consciente de que algo como “la nariz perfecta” no existe. Como cualquier otro atributo, el factor de las modas y los cánones de belleza imperantes en cada momento rigen cuáles son los patrones estéticos más demandados. Por ello, el trabajo de la cirugía plástica en este sentido es buscar resultados naturales, proporcionados y equilibrados. Para evitar la sensación de artificialidad o, dicho de otra forma, el efecto de “nariz operada”. Se buscará, por lo tanto, una nariz estética en armonía con el resto de facciones del rostro.
¿En qué consiste la operación de nariz?
Las intervenciones más sencillas implican el uso de anestesia local y sedación. En el caso de cirugías más compleja se necesitaría anestesia general. Y la duración de la intervención se estima entre 1 o 2 horas, dependiendo del caso concreto.
Se practican unas incisiones en la parte interna de las fosas nasales y, en algunas ocasiones, también en la parte externa (en zonas poco visibles) para garantizar el acceso a los huesos y al cartílago; los cuales son los elementos que otorgan a la nariz su estructura.
Por ello hablamos de dos tipos de técnicas genéricas:
• Técnica cerrada: es el procedimiento más habitual. Se accede a través de las fosas nasales realizando una leve incisión. La cicatriz permanece en el interior y el proceso de recuperación postoperatoria es mucho más rápido y sencillo.
• Técnica abierta: se aplica ante retos más complejos, levantando la piel tras realizar una pequeña incisión en la columela (la parte externa de la nariz comprendida entre la punta y la base) para acceder a la estructura nasal interna. Hablamos, por ejemplo, de casos más complicados como las secuelas del labio leporino, fuertes deformidades o traumatismos severos. La cicatriz resultante es tan mínima que es prácticamente imperceptible.
Al acceder a la parte interna de la nariz lo que se pretende es manipular el hueso y el cartílago, realizando una remodelación. El volumen de la punta nasal se armoniza y también se mejora el contorno. Los huesos nasales se aproximan de forma que se consigue un puente más fino y estrecho.
Cuando se finaliza la cirugía se colocan unos tapones dentro de los orificios nasales, los cuales suelen retirarse a partir de las 24 o 48 horas. En el exterior se coloca una pequeña férula que debe mantenerse entre una semana o diez días.
Si la intervención ha sido sencilla el paciente puede irse a casa en el mismo día de la operación. En cambio, si ha sido necesario el uso de anestesia general y nos encontramos ante una rinoplastia más compleja, lo normal es que el paciente abandone el hospital al día siguiente.
¿Cómo es el postoperatorio de una rinoplastia?
Como anticipábamos, la cirugía de la nariz conlleva una pronta recuperación. De modo que el postoperatorio no se hará cuesta arriba para el paciente.
Las molestias lógicas derivadas (las notaremos más en las primeras 24 horas) de la intervención son controladas con facilidad mediante analgésicos prescritos por el equipo médico. El “taponamiento” de las fosas nasales en otro de los efectos colaterales de la operación: y se mantiene aproximadamente un 2 o 3 días.
La inflamación del rostro y la aparición de cardenales es totalmente natural después de la operación. Incluso pueden ser más llamativos justo al día siguiente de la operación. Incluso podemos llegar a tener rojeces en el blanco de los ojos debido al hematoma. Todos estos síntomas postoperatorios van desapareciendo poco a poco durante las 2 o 3 semanas posteriores a la rinoplastia.
La férula nasal (la “tablilla” externa que sostiene la estructura interna después de la operación) debe ser mantenida durante una semana o 10 días, para favorecer la consolidación. Y, en el caso de haberse practicado una cirugía más compleja con técnica abierta, los puntos de sutura de la columela se retiran en ese mismo plazo (de 7 a 10 días).
Una vez se retira la férula se puede llevar a cabo una vida normal con nuestra actividad habitual. Eso sí, teniendo cautela y evitando ejercicios físicos intensos durante al menos dos meses. También es recomendable tener cuidado con los cambios bruscos de temperatura: excesivo frío o calor y la exposición solar. Puesto que favorecen la inflamación.
El aspecto definitivo de nuestra nariz dependerá de la complejidad de la operación (si teníamos alguna malformación congénita grave o un fuerte traumatismo, por ejemplo). Y se va notando de forma gradual en el tiempo. Los primeros resultados son ya apreciables una vez se retira la férula, e iremos viendo las modificaciones a lo largo de las semanas. Y en función de las características de cada paciente y del tipo de intervención, puede que la nariz definitiva tarde en alcanzar su definición completa varios meses.
En una semana como mucho, en la mayoría de los casos, los pacientes vuelven a su rutina laboral o escolar. Siguiendo por supuesto las recomendaciones médicas y evitando los deportes de impacto y otras indicaciones ya avanzadas en este apartado.
¿Es una cirugía segura o pueden aparecer complicaciones?
Se trata de una cirugía poco agresiva y de rápida recuperación de los pacientes. Como siempre, el riesgo en una intervención quirúrgica, aunque sea estética, nunca es cero. Tales como sangrado excesivo, infección o reacción a la anestesia. Sin embargo, se trata de una operación de gran tradición que lleva practicándose durante décadas. De modo que la gran experiencia de un equipo profesional de cirujanos plásticos, estéticos y reparadores estará a la altura de las circunstancias.
La higiene y el cuidado de la zona es de vital importancia para garantizar unos buenos resultados y favorecer la pronta recuperación. Los lavados nasales serán pautados por el equipo médico. De hecho, durante 2 o 3 meses el paciente no debe sonarse, practicar deportes de contacto o bucear.