Los niños son especialmente hábiles a la hora de percibir el ambiente emocional de sus padres y de los sanitarios. Es importante mantener un ambiente distendido para poder realizar buenas exploraciones clínicas con colaboración, minimizando ansiedades y miedos innecesarios.
Entrevistamos al Doctor Saturnino Santos: otorrinolaringólogo y colaborador de la Doctora Meli
¿Cómo se desarrolló su trayectoria profesional para terminar especializándose en otorrinolaringología?
Al terminar la carrera de medicina me especialicé en Medicina del Trabajo. Después realicé estudios de Logopedia. Por mi interés en seguir formándome hice después la especialidad de ORL (Otorrinolaringología) en el Centro Nacional de Especialidades Quirúrgicas de la Ciudad Universitaria de Madrid.
Recién terminada mi especialidad me incorporé al Servicio ORL del Hospital Niño Jesús, trabajando allí desde entonces. Dentro de mi formación, realicé mi tesis doctoral sobre “Hipoacusia neurosensorial infantil”.
¿En qué tipo de casos suele colaborar con la Doctora Meli? ¿Hace cuánto tiempo que trabajan juntos?
Desde hace más de 20 años trabajamos en cooperación y con entendimiento. Principalmente en las patologías pediátricas que tienen importante implicación en ambas especialidades: fisura labiopalatina, microtia, permeabilidad nasal y malformaciones faciales.
¿Cómo se complementan la Doctora Meli y usted?
Antes de las cirugías, muchos de los pacientes que van a ser operados por Cirugía Plástica requieren valoración previa de aspectos funcionales: como la respiración y la vía aérea superior, la audición y/o el habla.
Esta valoración preoperatoria permite tener más datos para decidir la mejor indicación quirúrgica para el paciente. Habitualmente funcionamos como equipo multidisciplinar junto con otros profesionales (Logopedia, Anestesia, Intensivos, Ortodoncia, etc.) en coordinación para que el diagnóstico preoperatorio y la evolución postquirúrgica sean los mejores posibles.
Durante las cirugías, en la mayoría de las ocasiones se aprovecha el mismo acto anestésico para realizar procedimientos propios de cada especialidad que a veces requieren algunos pacientes (por ejemplo, palatoplastia y drenajes timpánicos). Otras veces acudimos a quirófano para realizar endoscopias nasales, o apoyar al equipo en pacientes de vía aérea de riesgo (secuencia Pierre Robin, malformaciones, etc.).
En la post-cirugía se hace un seguimiento de la función velofaríngea, audición y respiración post-distracción.
En general, en nuestro trabajo en colaboración, la complementación podría resumirse en que mi tarea de otorrinolaringología suele tener un carácter más funcional, de valoración y diagnóstico, y la actuación de la Dra. Meli suele ser más quirúrgica.
¿Cuáles son las problemáticas más comunes que suele atender en niños?
Apnea del sueño, otitis media y patología de la audición son las patologías más comunes en pacientes de ORL pediátrica.
No obstante, dado que trabajo en un centro pediátrico de referencia para muchas enfermedades, otra parte importante de la labor asistencial es la referida a patologías especiales: síndromes, enfermedades poco frecuentes, etc. Mi interés especial es hacia los niños con hipoacusia neurosensorial y trastornos del habla y lenguaje.
Yo me he formado con el concepto del profesor Charles Bluestone, uno de los padres de la otorrinolaringología pediátrica; el cual la describiría como la atención ‘de problemas especiales, de niños especiales, en un lugar especial.
¿Cómo describiría su forma de abordar la otorrinolaringología?
«Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre»… Este aforismo atribuido a Claude Bernard, médico francés del siglo XIX y fundador de la medicina experimental, en mi opinión sigue describiendo cómo nos encontramos los médicos de cualquier disciplina ante las limitaciones de nuestra práctica cotidiana.
La otorrinolaringología pediátrica presenta esas mismas limitaciones, a pesar del asombroso desarrollo tecnológico y quirúrgico que ha experimentado en las últimas décadas.
Creo que lo fundamental, en cualquier práctica médico-quirúrgica, es llegar a comprender la trascendencia que tiene el problema del paciente. Y saber tratarlo u orientarlo donde sea necesario. Cuando para una patología de un paciente no hay evidencias claras de opciones de mejora, es importante aceptarlo y tratar de que el paciente también lo haga.
Humildad y honestidad son buenos valores para abordar la práctica clínica.
¿Qué cualidades debe tener, en su opinión, un buen médico especializado en pediatría o en atención a menores de edad?
La ORL pediátrica surgió como área diferenciada de otras en los años 70. Cualquier otorrinolaringólogo tiene formación para atender los problemas pediátricos comunes de esta disciplina; y se resuelven cotidianamente con gran eficacia.
El área de ORL pediátrica surgió de la iniciativa de muchos especialistas pediátricos en trabajar con otorrinolaringólogos con interés en ‘niños especiales’.
Yo me he formado con el concepto del profesor Charles Bluestone, uno de los padres de la otorrinolaringología pediátrica; el cual la describiría como la atención “de problemas especiales, de niños especiales, en un lugar especial”.
Cada etapa de la vida del ser humano tiene una fisiología y una psicología diferentes, y la práctica clínica debe adecuarse a ello con unos conocimientos y técnicas específicos. Estos conocimientos son especialmente necesarios en nuestra disciplina cuando tratamos problemas de audición y lenguaje. Aquí el trabajo en cooperación con los profesionales de logopedia es imprescindible.
Los niños son especialmente hábiles a la hora de percibir el ambiente emocional de sus padres y de los sanitarios. Es importante mantener un ambiente distendido para poder realizar buenas exploraciones clínicas con colaboración, minimizando ansiedades y miedos innecesarios.
Para mí es fundamental interactuar con el niño, ver cómo habla, hablar con él. Cuando no puedo hacerlo, me siento inseguro en la orientación y prescripción de tratamientos al paciente.
Humildad y honestidad son buenos valores para abordar la práctica clínica.
En el caso de adolescentes, es muy importante que participen en la anamnesis y la discusión sobre opciones terapéuticas, porque resulta más preciso el juicio diagnóstico, y a veces hay que ser hábil para que los padres permitan que lo haga.
La ORL pediátrica requiere una exploración física que comporta dificultades especiales, porque es más intrusiva e incómoda para el niño que la mayoría de otras exploraciones (auscultación, palpación, inspección).
La atención a niños con síndromes y otros problemas especiales requiere mucho más tiempo y recursos, y una delicadeza adicional con los padres y el niño.
El otorrinolaringólogo pediátrico es, en muchas ocasiones, el primer profesional que ve pacientes con patologías especiales frecuentes como autismo y trastornos con déficit de atención e hiperactividad. O patologías especiales menos frecuentes como disfunción velofaríngea u otros síndromes, antes de haberse realizado un diagnóstico definitivo. Esto nos sitúa en una posición privilegiada de ‘detectives’ de cara a diagnósticos y, al mismo tiempo, de responsabilidad profesional.
¿Por qué resulta de vital importancia el tratamiento y seguimiento por parte del otorrinolaringólogo antes y después de una cirugía de labio leporino?
El especialista en otorrinolaringología es uno de los miembros integrantes de todos los equipos de fisura labiopalatina, y así es como se recomienda en todas las guías de práctica clínica y sociedades científicas internacionales.
Por orden de importancia, colaboramos en tres áreas fundamentalmente:
- Vía aérea: Algunos pacientes fisurados presentan insuficiencia respiratoria al nacer o a los pocos días, debido a que tienen una secuencia Pierre Robin: retrognatia y posicionamiento bajo de la lengua.El tratamiento habitual es hacer una distracción mandibular por parte de Cirugía Plástica; previamente a ello nosotros hacemos una endoscopia de vía aérea para comprobar el lugar de la obstrucción y descartar otras lesiones.Estos y otros pacientes fisurados con síndromes pueden ser de difícil intubación de cara a cirugías; y solemos ser requeridos como apoyo por el servicio de anestesia. Algunos pacientes pueden requerir traqueotomía.
- Audición y otitis media: En los lactantes tenemos que comprobar que el cribado auditivo neonatal universal se ha realizado y es normal. A veces, vemos niños de adopción internacional u otras circunstancias que no lo tienen realizado.La fisura palatina es un factor de riesgo de primer orden para padecer otitis media y su cronificación. Cuando afecta a la audición o presenta signos de cronificación es cuando se comienza con drenajes timpánicos. Y en algunos casos, según la evolución, pueden requerir timpanoplastias después de la primera infancia.Los niños con fisura palatina sindrómica tienen mayor riesgo de desarrollar una hipoacusia neurosensorial y precisan a veces de audífonos; y siempre de un seguimiento audiológico continuo.
- Función velofaríngea: El buen funcionamiento velofaríngeo es lo que permite separar las cavidades nasal y oral durante el habla y asegurar una correcta pronunciación e inteligibilidad.Esto está afectado en los niños fisurados produciendo una hipernasalidad. que se corrige con la palatoplastia. Nosotros realizamos una valoración de la función velofaríngea mediante fibronasoendoscopia, antes y después de la cirugía, para objetivar cómo es la anatomía y el movimiento del paladar.Esto es especialmente valioso en el 30% de casos en los que persiste el problema después de la cirugía, para ayudar a decidir la mejor técnica de reintervención.
El otorrinolaringólogo pediátrico es, en muchas ocasiones, el primer profesional que ve pacientes con patologías especiales (…). Esto nos sitúa en una posición privilegiada de ‘detectives’ de cara a diagnósticos y, al mismo tiempo, de responsabilidad profesional.
¿Qué deberíamos saber sobre la otorrinolaringología que no sepamos?
Los lugares comunes en la mentalidad del gran público serían: los tapones de cera; la amigdalectomía (extirpación quirúrgica de las amígdalas) y su anecdotario en diversas generaciones; el deterioro auditivo de la edad y el “para lo que hay que oír”; y lo que suelen describir algunos pacientes como “el mareo que no cuadra”, cuando nosotros sólo tratamos vértigos.
¿Hay pacientes que deberían ir al otorrinolaringólogo y por desconocimiento no lo hacen?
La apnea del sueño no diagnosticada en adultos puede dar complicaciones generales importantes (arritmias, cardiopatías HTA) y en niños, enlentecimiento del desarrollo.
El ámbito de la ORL abarca gran amplitud de aspectos que van desde la máxima prioridad de la oncología de cabeza y cuello, hasta problemas funcionales que a veces se subvaloran, pero que pueden llegar a ser muy perturbadores: como el acúfeno.
Ante cualquier síntoma ORL que no se resuelve hay que consultar al médico. Cuando hay un síntoma dentro de este campo, los médicos de atención primaria no tienen duda en derivarlo al especialista si no es posible resolverlo en su nivel asistencial.
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